
«Si te caes te levanto, y si no puedo, me tumbo a tu lado» Julio Cortázar
Se estima que una de cada cinco personas que han pasado la enfermedad, se ha enfrentado por primera vez a un diagnóstico de ansiedad, depresión o insomnio. Los pensamientos suicidas han aumentado entre un 8% y un 10%; sin embargo, en adultos jóvenes la cifra asciende hasta un 12-14%. El deterioro de la salud mental es particularmente marcado, entre las personas que viven situaciones socioeconómicas más desfavorables y aquellos con problemas de salud mental previos. Las mujeres tienen un mayor riesgo de que su salud mental haya empeorado en el contexto de la pandemia.
A nivel de la población en general, se ha observado un claro aumento en los niveles de ansiedad y estrés, con varias encuestas que muestran que alrededor de un tercio de las personas adultas reporta niveles de angustia. Entre la población más joven, dicha cifra afecta a 1 de cada 2 personas. Grupos específicos especialmente expuestos a mayor riesgo, son las poblaciones de emigrantes y refugiados, personas sin hogar, niños y adolescentes sin escolarizar, desempleados, personas mayores confinadas en su lugar de residencia, así como sujetos con problemas de salud mental preexistentes o con discapacidades psicosociales, cognitivas o intelectuales.