
El teléfono móvil ha revolucionado las comunicaciones haciendo que ahora estemos más acompañados que nunca. La paradoja reside en el hecho de que en el fondo, estamos más alejados unos de otros, tenemos más relaciones a distancia y la comunicación se ha vuelto más artificial.
En éstas condiciones, el teléfono móvil puede dar lugar a una adicción, que aparece como consecuencia de sentimientos de soledad, aislamiento y depresión. La soledad es producto del reemplazo de la comunicación cara a cara por la socialización a través de una pantalla, porque el teléfono no puede suplantar una interacción directa al estilo convencional.