
El trabajo es una fuente habitual de estrés, incluso cuando a uno le gusta lo que hace. Intermitentemente, podemos experimentar presión para cumplir con un plazo o una obligación, pero las complicaciones surgen cuando el estrés laboral se vuelve crónico. Cuando el malestar persiste con cierta intensidad, puede ser muy dañino tanto para la salud física como emocional. Desafortunadamente, el estrés a largo plazo es muy común, pues no siempre se pueden evitar las tensiones que se producen en el trabajo. Sin embargo, se pueden tomar medidas para controlar la situación.
Factores frecuentes de estrés laboral
Ciertos factores tienden a ir de la mano con el estrés laboral. Algunos de ellos son:
Salarios bajos
Cargas de trabajo excesivas
Pocas oportunidades de crecimiento o ascenso.
Trabajo poco atractivo o desafiante
Falta de apoyo social
No tener suficiente control sobre las decisiones relacionadas con el trabajo.
Demandas conflictivas o expectativas de desempeño poco claras
Efectos del estrés fuera de control
El estrés provocado por el trabajo se vuelve dañino cuando no desaparece al volver a casa y se vuelve persistente, afectando a la salud y el bienestar. Un ambiente de trabajo estresante puede contribuir a problemas como dolor de cabeza, dolor de estómago, trastornos del sueño, mal genio y dificultad para concentrarse. El estrés crónico puede provocar ansiedad, insomnio, presión arterial alta y deterioro del sistema inmunitario. También puede contribuir a problemas de salud como la depresión, la obesidad y enfermedades del corazón. Para aliviar el problema, las personas que experimentan estrés excesivo a menudo lo enfrentan de maneras poco saludables, como comer en exceso, ingerir alimentos poco saludables, fumar cigarrillos o abusar de las drogas y el alcohol.